Por Alejandro De Simone.

Por lo menos el 95% de las certificaciones en Argentina corresponden a la Norma ISO 9001 (ahora versión 2015). Y ya son 25 años que –de alguna manera– estoy en contacto con este tipo de procesos.

Durante 15 de esos 25 años, sufrí «las Normas» en el mundo corporativo; y otros 10 años estuve tratando de vender las Normas como responsable de una consultora.

Veamos mi historia en ambas circunstancias.

Las Normas ISO en el mundo corporativo

Un día, mientras trabajaba en una corporación, la máxima autoridad de la misma nos informa que debemos certificar ISO.

Pero hubo pequeño detalle: se olvidó de comentarnos el por qué, de que servía, y cuál era el objetivo. Para colmo, designó como responsable de ese proyecto a la persona más resistida a nivel gerencial, la menos comunicativa y además muy burocrática.

Por años padecimos la convivencia con «la Norma», y llegamos a despreciar todo lo vinculado con el tema. No le encontrábamos sentido.

Tuve que soportar la misma ingrata experiencia en los años subsiguientes, en posiciones de mayor responsabilidad, e incluso como expatriado. Todo se repetía.

Las Normas ISO en las PYMEs

En el año 2009, inicio una nueva etapa fuera del mundo corporativo formando SOCIS Consultores. El objetivo era ayudar a las PYMEs, y lo mejor que se nos ocurrió fue «ayudarlos a que implementen una Norma ISO» (en su mayoría ISO 9001, basada en la calidad de los procesos).

Luego de varios años comercializando este servicio de consultoría, un buen día un publicista me preguntó: ¿por qué las empresas compran este proyecto?, ¿porque bajan sus costos, mejoran la organización, mejoran la calidad del producto, por prestigio? Él me estaba preguntando con las mismas palabras que yo utilizaba para construir mi argumento de venta. En mi cabeza yo decía «si si, eso mismo», pero finalmente dije algo muy distinto. Respondí:

Las PYMEs me contratan porque están obligadas a certificar. Algunas de ellas necesitan participar de licitaciones, otras deben hacerlo para seguir como proveedores, y en otros casos es por un asunto de imagen.

Recapacité, me encontraba vendiendo algo que nadie quería (o la mayoría), y yo usaba los argumentos que al empresario PYME no le interesaba, pero que asentía con cierto furor.

Se cierra el círculo

Sin darme cuenta, ahora era yo quien generaba en una PYME lo que había sufrido por años en la corporación: vendía el proyecto a la PYME, el dueño delegaba y nunca más se comprometía, y muchas veces ni siquiera participaba en la fase final de la certificación.

Entre lo que yo viví, y lo que viven los empleados de una PYME, no hay diferencia. El líder no aparece, no le importa y no cree en lo que hace. ¿La empresa certificará? Sí, seguramente, porque va a cumplir con los requisitos de la Norma pero de manera pobre, poco sostenible, sin creatividad, sin compromiso y hasta algunas veces generando actividades sin sentido.

¿Como se sale de esto?

Si usted está pensando en implementar una ISO en su empresa, esté preparado y «asesórese donde no puede equivocarse».

Lo invitamos a comunicarse con nosotros para saber cómo podemos ayudarlo.

Autor:
Alejandro De Simone
Director de SOCIS Consultores
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